El cuerpo no reclama caricias. Se acomoda en la fuente interior. Las ciudades, los parques, las avenidas sombreadas del recuerdo o la imaginación Por allá alguien toca una música melancólica, alborotando el placer de viejos estremecimientos. La presencia del corazón, los pulmones, el hígado,las piernas procura una cierta mansa felicidad. Cuantos años para esto! Cuanto tiempo buscando lo que estaba tan cerca.